Linternas

La primera mención en las actas a las linternas (faroles) es en la Junta General Extraordinaria de 27 de diciembre de 1953, cuando el Hermano Mayor, Bernardo Andrés Bono, pide a los cofrades que asistan a las procesiones con las correspondientes linternas, pues luce más y la cofradía obtiene un ahorro en cera. Además, se facultaba a la Junta Directiva para la adquisición, distribución y venta de linternas a los cofrades.

Por ello, una año después, en la Junta General de 21 de marzo de 1954, el Hermano Mayor informó que se habían adquirido 40 unidades, no mencionándose el proveedor ni el precio. Se habían depositado en casa del Hermano Clavario, donde se podrían recoger previo pago (o bien pagando una parte y firmando un documento en el que se comprometía el pago del resto en un plazo de tiempo determinado).

En la Junta General de 15 de marzo de 1969 se comentó la posibilidad de hacer una nueva linterna, pero se desestimó esta posibilidad, acordando continuar con las tradicionales.